PAÍS DE VIEJAS PROFECÍAS : PAULINA MENDOZA HERNÁNDEZ








En León, sí hay mujeres que escriben. La poeta Paulina Mendoza viene haciendo ruido hace tiempo. Por acá unos poemas de su primer libro País de viejas profecías por Editorial Montea, que no está exento de arrojar los cuchillos a la estufa una mañana tranquila.







AVISO


Quiero avisarles que este es un virus y que no lo abran,
si lo hacen tendrán la boca marchita,
la saliva seca.

Es un virus, mejor aléjense y corran lejos,
porque puede expandirse y llegar a su duro cráneo.

Quiero decirles a todos que ignoren el virus,
que no le abran,
que no le dejen entrar, porque si lo hacen,
seguro se meterá a su cama y les jalará las cobijas,
desaparecerá poco a poco
sus encías, succionará sus mejillas.

Hago un aviso antes de la catástrofe.
Enunciamos nuestros virus,
queremos destruirnos,
no nos soportamos,
enviamos virus,
anunciamos el peligro
cuando ya es demasiado tarde.

Quiero avisarles que este es un virus y que no lo abran,
si lo hacen, la enajenación ocupará el trono del rey.



UNA MAÑANA


Mientras andaba por las calles vi el suelo
y encontré tu pierna,
no la levanté, dejé que se secara,
dejé que los pájaros de rapiña la picoteran.

Cuando llegué a casa no pude pensar en otra cosa,
solo en tu pierna.
Regresé a las calles mirando el suelo y encontré oro.
Al oro lo levanté y no permití que se acercara ningún buitre.

Fui a casa nuevamente y seguí pensando en tu pierna,
¿por qué la abandonaste afuera de una notaría pública,
afuera del palacio nacional,
                              afuera del templo de los afligidos?

La última vez que te vi con las dos piernas,
me dijiste que los encorbatados del banco te negaron
una tarjeta de crédito.
¿Ellos te quitaron la pierna?

Te digo, mejor permití que se la comieran,
que sirviera como alimento a las lindas aves
que alegran mi día
cada que abro la ventana por la mañana.


ME MARAVILLA EL FUNCIONAMIENTO DE UNA INTELIGENCIA PURA


Me maravilla que alguien sepa hablar en voz alta.
Me maravillan los negocios:
la gente que vende agua pura embotellada.

Me maravillan los despegues espaciales
y las fotos de la tierra
vistas desde el espacio.

Pero más me maravilla
el funcionamiento de una inteligencia pura.

Me maravilla ver que el paso del tiempo
lo destruye todo o con más suerte
lo reconstruye.

Cuando se extingan todos los insectos sin parar;
cuando éramos pequeñas mis hermanas y yo,
atrapábamos luciérnagas en el campo.

Me maravillaba la forma en que volaban brillando.

Ahora estamos seguras
que no maltrataríamos a ninguna luciérnaga,
que nos sacrificaríamos por las abejas,
ahora dejamos que nos piquen si es necesario.

Me maravilla el zumbido de los insectos,
de todos.

Y no es verdad,
no me maravilla que se venda el agua embotellada.
Ahora mis hermanas y yo seríamos capaces de cavar
hasta hacer un pozo.

Me maravilla el funcionamiento de la inteligencia pura.
Me maravillas todas las inteligencias que no conocí
pero que imagino.
Me maravillan todas las vidas que imagino
con inteligencia pura.

Me maravillan los negocios:
la gente que vende inteligencia pura embotellada.


MANZANOS


El día que no hice nada especial,
estornudaron los pájaros y tampoco
pensé nada especial.

El día que no hice nada especial,
vi pasar la vida arriba desde un puente,
unos caían y otros resbalaban.

El día que no hice nada especial,
despegó el helicóptero del vecino y el aire
aventó la ropa del tendedero.

El día que no hice nada especial,
en la televisión anunciaban el fin del mundo,
un meteorito destruiría nuestro internet.

El día que no hice nada especial,
quemaron todas las hojas secas de la calle,
el humo era menos negro que otros.

El día que no hice nada especial,
predijeron la extinción de los manzanos,
ese día no pude dormir.


TOM Y EL GALLO


Compré una botella de whisky del que tú me recomendaste,
me la tomé en cinco tragos y medio. Los conté.

Quise hablar así de ronco y raspado como Tom Waits,
tu cantante favorito.
Quise cantar Rain Dogs y aullar como él.
Pero mis amigos no me dejaron subir a la barra del bar;
se los agradecí cuando pude.

Nunca había tomado una botella en cinco tragos,
escribí el acto en mi libreta de hazañas.

En total he plasmado cinco renglones.

Quiero un sombrero como Tom
para llevarlo en mi bolsa por si hace falta,
quiero su potente voz de murciélago.

La botella quedó vacía,
la encontré en la mesa
junto con un vaso lleno de agua,
me invitaste a beberlo
pero no soportaba ver otra cosa vacía.

Dime si tu alguna vez
pudiste con una cascada de whisky.

Dime si alguna vez
quisiste cambiar de voz y de sombrero.

Compré una botella de whisky
y no me devolvieron el cambio,
qué importa -pensé-, después de esto
mis venas producirán mi propio licor,

Cuando navegué por el río de whisky,
escuché a un gallo cantar por la noche,
se habrá confundido - me dije -, aún no amanece,
aún no hay luces tenues en nuestro techo,
que es de todos, que algunas veces es solo mío.

El gallo me envió la señal,
deseaba dejar volar a los peces del río;
crustáceos embriagados saltaron del agua
hasta llegar a la tierra,
el gallo no me advirtió que morirían.
Colores celestes;
azul del cielo que es nuestro techo,
que algunas veces es solo mío.

Nadar en este río, en este invento alcohólico;
sumergir la cabeza para atraparme en una botella.

Voz grave en mis oídos;
iba salpicando el vino como un perro de lluvia.































Paulina Mendoza Hernández. (León, Gto., 1988) Estudió la Licenciatura en Letras Españolas en la Universidad de Guanajuato y actualmente cursa la Maestría en Artes en la misma institución. Además de la poesía, tiene un especial interés por la narrativa y la escritura periodística. Es cofundadora del sello de producción y gestión Rizoma Agencia Cultural, en donde ha desarrollado diversos proyectos enfocados a la difusión del arte contemporáneo en las disciplinas de literatura y artes visuales. Es compiladora y editora de la antología de cuentos Espacios intransitados y de la antología poética Voces del primer vagón. Mantiene el blog www.anapaulinagam.blogspot.com 















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